lunes, 20 de enero de 2014

Síntomas de una eficiencia personal mejorable (1)

Hemos oído en más de una ocasión entre los asistentes a alguna jornada informativa, charla o seminario sobre eficiencia personal que hemos realizado, el siguiente comentario... “eso ya lo hago yo”.

Tiene a su disposición una serie de síntomas indicativos de que “no, eso no lo hace usted exactamente” o, lo que es lo mismo, que su eficiencia personal puede no gozar de tan buena salud como usted cree.

Las consecuencias de una eficiencia personal mejorable se reflejan sin duda en nuestra área personal. Poco ejercicio, poca familia, poca vida social, pocas aficiones, poco tiempo para actualizar conocimientos profesionales etc.,

Los sensaciones más frecuentes son: agobio, mal humor, tensión, agotamiento, frustración, descontrol, falta de objetividad, no poder desconectar, etc..,

La solución: está mayormente en nuestras manos, si eso no es lo que queremos para siempre es sin duda un buen comienzo. PARAR Y REFLEXIONAR es el siguiente paso.

Le animo en este y el siguiente comentario a reflexionar sobre su eficiencia personal, en cualquier caso le ayudará a reafirmarse o a iniciar pequeñas acciones de mejora.

1. No tenemos tiempo para nada y vamos a la carrera a todas partes.
Tengo amigos que me dicen “no sé como sacas tiempo para… ”. El tiempo ni se crea ni se destruye, es el mismo para todos y, además, tiene la particularidad de que cuándo se va, ya no vuelve. La solución es, simplemente, ser más eficiente. Si tenemos la sensación de no tener tiempo para nada, si nuestra vida parece una prueba de los 100 metros lisos, si asumimos más cosas que las que somos capaces de atender, en definitiva, si estamos permanentes en tensión y casi nunca hacemos lo que deberíamos hacer, tenemos un buen margen de mejora.

2. Llegamos tarde a todos los lados
Hay los que se levantan con retraso y arrastran ese retraso a lo largo del día y, los vocacionales, esos a los que se les tiene que decir que hemos quedado con antelación para que lleguen a la hora. Todo se complica cuando tenemos un cargo de responsabilidad, nuestros retrasos nos convierten y convierten a los demás en improductivos. Lo peor como consecuencia de nuestra falta de puntualidad es que seamos un problema para los demás.

3. No elegimos lo que queremos hacer sino que hacemos lo que los demás nos dicen.
Inconscientemente solemos trabajar en lo que los demás nos demandan, es decir trabajamos sus metas y no lo que nosotros tenemos pensado hacer, nos cuesta decir NO y como consecuencia nuestra permisividad nos pasa factura antes de terminar el día, SALIMOS MAS TARDE.

La falta de tener objetivos y metas concretas a trabajar permite y facilita esta situación, trabajamos las urgencias del día a día en lugar de dedicar parte de nuestro tiempo también a trabajar en nuestras tareas.

No tener tiempo para uno mismo es un problema muy grave, básicamente, porque te impide cambiar. Por mucho que corras con el balón en los pies, no verás al compañero que está libre y tu centro nunca será gol si no levantas la cabeza.

4. No aprendemos de nuestras experiencias
Conozco gente que dice “llevo aquí 30 años trabajando” y no es cierto. Sería más correcto decir que llevan “30 años repitiendo el mismo trabajo del primer año”. Para evolucionar tenemos que aprender de nuestra experiencia y de la de los demás., probar cosas nuevas (salir de nuestra zona de confort), equivocarnos y finalmente mejorar.

La mera repetición no implica mejora alguna. La experiencia aporta poco si no extraemos conclusiones de ella. La antigüedad en sí misma no es indicativa de nada. Si no revisamos nuestras acciones de manera regular no mejoraremos...

5. Nos ahogamos en un mar de urgencias
Una persona productiva y eficiente es aquella que es capaz de distinguir lo urgente de lo importante y lo gestiona correctamente. Si planificamos pero las urgencias no nos permiten cumplir con esa planificación, o si dejamos que los demás conviertan sus urgencias en nuestras urgencias tenemos un problema. Las urgencias derivan habitualmente en presión y la presión en estrés. El estrés es un síntoma, no una causa.

6. No desconectamos

Si nos llevamos los problemas a casa puede que ocurran dos cosas, a cada cual peor, que tengamos que seguir trabajando en casa o que nuestra familia sea la que pague los platos rotos de nuestros problemas laborales (y de nuestro posible mal humor). En ambos casos tenemos un problema. La meta sería trabajar para que una vez finalizada nuestra jornada de trabajo sepamos exactamente lo que hemos conseguido hacer a lo largo del día, lo que dejamos pendiente pero identificado para más adelante y saber que prioridad vamos a trabajar al día siguiente.

En el siguiente comentario añadiré otros seis síntomas con el fin de poder seguir evaluando nuestro nivel de eficiencia personal.

Gracias por vuestra confianza

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