jueves, 30 de enero de 2014

Síntomas de una eficiencia personal mejorable (2)



7. No aprendemos de los demás.
Como decíamos antes, no aprender de nuestra propia experiencia es un problema, no aprender de los demás es un error tanto o más grave. Si no nos fijamos en los otros, si vamos por la vida escuchándonos sólo a nosotros mismo tenemos un problema. Decía el sabio que “inventar es para los genios”, el resto de los mortales tenemos la buena opción de observar a los demás en aquellos campos que consideremos y luego decidir si emprendemos acciones de mejora o no.

8. Empezamos mucho, acabamos poco.
Hay personas que son muy buenas abriendo nuevos frentes pero nefastas cerrándolos. Recurrimos de nuevo a la sabiduría popular: “El que mucho abarca poco aprieta”. Tratar de mejorar este hábito y marcarse límites para finalizar tareas, proyectos etc., ayuda enormemente a ser más eficientes y los demás nos lo agradecerán.
9. Dejamos lo importante “para luego”.
Si tenemos problemas para atacar decididamente las tareas más duras y desagradables y somos especialista en buscarnos excusas para evitarlas, tenemos un problema de eficiencia personal.

Ahora no me va a dar tiempo primero hago esto otro y luego con más tranquilidad me pongo.

Queda mucho tiempo todavía lo haré la semana que viene.

Todavía me falta algo de información para trabajar en esta tarea intentaré conseguirla en esta semana. 

Estas situaciones suelen ser simplemente excusas.

10. No disfrutamos de nuestros ratos de ocio.
Si no somos capaces de ver una película o leer un libro sin revisar el móvil, si salimos a pasear con nuestra pareja y no somos capaces de dejar de pensar o hablar de trabajo, algo falla. Hay un tiempo para trabajar y un tiempo para descansar. Al igual que necesitamos de un mínimo de horas de sueño, nuestra mente requiere de periodos de ocio para volver a rendir al cien por cien. El ocio tiene un efecto regenerador. Quizás debiéramos aprender a planificar nuestro tiempo de ocio con el mismo cuidado y rigor con el que planificamos el resto de nuestras tareas y acciones.
11. Ver a los demás como una amenaza.
Si no podemos dejar de dar vueltas a una crítica que nos han hecho hace horas, si nos sentimos humillados por la actitud de nuestro jefe o colaborador, si la actitud de los demás despierta instintos negativos en nosotros, tenemos que reflexionar. Aprender a ver a los demás (y a ti mismo) como “actores” dentro de una representación sería un buen comienzo aunque nos cueste en un principio. Cuando criticamos o nos critican, critican nuestra actuación, no nuestra persona.

12. Nos cuesta cambiar hábitos.
Si nos hemos propuesto adelgazar, empezar a hacer deporte, aprender a bailar, ir a clases de inglés o dejar de fumar y hemos conseguido poco o nada de ello, tenemos una oportunidad de mejora importante. Se trata de ser capaces de poner en funcionamiento nuevos hábitos y “cambiarlos por los antiguos”, es decir sustituirlos por otros mejores. Digo “cambiar” porque un nuevo hábito, una vez adquirido si nos aporta un beneficio o mejor no es fácil de eliminar, sólo se puede sustituir por otro mejor todavía.
Gracias por vuestra confianza.
Saludos.

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